Como la propia palabra lo dice, el protector solar “protege” del medio ambiente. No solo del sol, que es a lo que estamos acostumbrados, sino de todo aquello que nos rodea.

Hemos aprendido que en verano cuando nos exponemos al sol debemos ponernos  un protector solar, hemos aprendido que se debe aplicar unos 30 min antes de exponernos, hemos aprendido que una vez nos lo hemos puesto deberemos de dar  con asiduidad dependiendo del tiempo que vayamos a estar tomando el sol y del factor de protección (SPF), pero incluso hemos aprendido que en verano hay que darse el protector no solo cuando vamos a la playa o a la piscina, sino que incluso para pasear o estar en una terraza tomando un café tranquilamente.

Bueno pues ahora vamos a ir un poco más allá. Os voy a recomendar que lo uséis todo el año como parte de vuestra rutina diaria. Y me diréis ¿todo el año?, ¿incluso cuando llueve y en los meses más fríos del año?. Pues rotundamente SIIIII.

El protector como al principio os he dicho nos protege, nos protege del sol, del aire, de los contrastes frío- calor, de los aires acondicionados y calefacciones, incluso de la polución.

La protección nos crea una película en la piel que nos hace de barrera para cualquiera de los “ataques” que os he dicho. Y también muy Importante, esa misma barrera evita el exceso de pérdida de agua a través de la piel. De manera que la mantiene más hidratada y no deja que le dañen los agentes externos.

Una vez lo metamos en nuestra rutina diaria, como limpiarse los dientes etc, no nos costará hacerlo y a corto y largo plazo nuestra piel nos lo va agradecer  mucho más de lo que pensamos. Por una parte nos va proteger de manchas, de la pérdida de agua por la piel, de posibles enfermedades,  de una sensibilidad extrema, de agentes contaminantes que dañan las células de nuestra piel, de  la calefacción, el aire…nos sequen la piel… En definitiva el protector solar es una poderosa crema anti edad de la cual no deberíamos salir de casa.