Vamos a ver, cuando hablamos de higiene facial, no hablamos de limpiarnos la cara con agua fresca
del grifo ni de meternos en la ducha y lavárnosla con el agua caliente que sale.
Nos referimos a un buen lavado doble adecuado al tipo de piel que ten gamos.

Primero debemos elegir unos productos de calidad que nos aseguren que nuestra piel no va a
reaccionar al mínimo contacto.  

El primer producto
con el que nos debemos lavar la cara puede variar en su composición para
adecuarse al tipo de piel, puede ser más cremoso, lechoso, aceitoso o incluso
jabonoso o geloide. En cualquier caso debe de ser un producto que aunque cuide
nuestro manto lipídico de la piel también arrastre toda la suciedad de la piel,
incluido el maquillaje. Depende de su composición podremos retirar con agua,
algodón, toallas…

Una vez hecho este primer paso procederemos al segundo, que
trata de tonificar. Suelen ser
productos acuosos que en su composición llevan activos que nos ayudan a
corregir el PH de la piel. Además termina
de eliminar cualquier residuo que haya podido quedar en la piel incluso después
del primer paso.

Para las zonas delicadas como, ojos y labios, deberíamos usar productos específicos que en el
caso de los ojos suelen estar oftalmológicamente testados para no dañar esta
zona.

Como siempre decimos, el mejor modo de elegir los productos
correctos es acudir a profesionales
que te guíen.

La semana que viene os hablaré de los errores que cometemos
a la hora de limpiarnos el rostro y que pueden llevarnos a tener una piel de
baja calidad en vez de mejorarla que es de lo que se trata.